La segunda vida del motel
Por Laura Martínez
El cine es altamente responsable de nuestra educación sentimental y nos ha influenciado en cada detalle que nos entra por el ojo, así que es inevitable que también sea dueño de gran parte de nuestro imaginario como viajeros.
Los moteles-cuyo nombre viene de la contracción “motor hotel”- han sido testigos de las fechorías de criminales y forajidos, infidelidades sonadas y no tan sonadas, de Michael Madsen en Thelma y Louise (quien luego sería el hermano de Bill en la cinta de Tarantino) o de la obsesiva historia entre Lolita y Humbert. Por eso, cuando vemos uno, no podemos evitar imaginarnos qué sórdidas aventuras viviremos alojándonos en uno de ellos.
Entre los 50 y los 60 este concepto de alojamiento tuvo su mayor auge; los motoristas y conductores aparcaban sus vehículos para descansar en moteles de carretera baratos y salir al día siguiente a seguir quemando asfalto. El rey de los moteles históricos de esta época, es el Lorraine, en Memphis. Allí mismo, en la puerta de la habitación 306, dispararon al activista de los activistas: Martin Luther King. Hoy en día es considerado prácticamente un santuario, símbolo de la lucha por la igualdad de los derechos humanos.
Pero el resurgir de un formato que aunque nunca se fue, está viviendo una revisitación, poco tiene que ver con lo que era entonces. El nuevo motel, busca ser confortable además de estético- aunque a los no norteamericanos nos parezca estética hasta la cortinilla cutre de un motelucho en Texas- y eso es algo que no eran antes. Se dormía en el que se encontraba pero ahora el motel se busca y no siempre porque sea un alojamiento económico. Incluso podemos hablar de moteles de autor.
Otro ejemplo es “The Drifter” En Nueva Orleans, con un aire tropical, envuelto en un estilo arquitectónico inconfundible: El MiMO (Miami Modern) una corriente estética que apareció en Miami para quedarse al terminar la II Guerra Mundial.
El Austin Motel (Austin, Texas) es creación de Liz Lambert, que recuperó un motel de los años 30 y le dio la vuelta dándole un toque popero. Pues sí amigos, los moteles son uno de los baluartes de la estética norteamericana pero ¿quién ha dicho que en España no puedas dormir en uno? Si te pasas por Ibiza este verano, date una vuelta por el nuevo Romeo’s Motel & Diner.
¿Te imaginas al matrimonio cascarrabias de “The Florida Project” saliendo en Condé Nast Traveller? La respuesta es no. Sin embargo hoy podemos toparnos con varios casos: “The Dive Motel & Swim Club”, en Nashville, es la última aventura de Lyon Porter; artífice de “Urban Cowboy” un afamado hotel/bed & breakfast de Brooklyn, reivindica el motel frente al hotel por su carácter sexy y esa nostalgia romántica con la que muchos hoteles no pueden competir.
El sexto hotel de Concept Hotel Group abrirá sus puertas en junio de este verano para acercarte la experiencia más cinematográfica que has vivido despierto.
Tótem de neón, parking a full de coches clásicos, música a la altura de las circunstancias, un diner como dios manda y una zona de piscina que dejaría tuerto a Stendhal. Elementos imprescindibles para un buen motel de esta nueva década sí, pero Romeo’s va mucho más allá con unos extras que no tienen rival: Contará con una capilla para oficiar bodas (reales o no, según se tercie), habitaciones con todo lujo de detalles con marcas high class que ya son sello de la casa en Concept, como Marshall a los altavoces y Smeg a las neveras.
Para las noches más gamberras, Romeo’s pone a tu disposición el equivalente estético al camerino de los Mötley Crüe: El Playroom. Un salón con barra de pole dance en el que los viernes tendrás sesiones salvajes de karaoke nada convencionales presentadas por Lola Von Dage.
No todos los moteles están en EE.UU y ninguno es como éste.