Si el verano fuera un estilo arquitectónico
Por Laura Martínez
Fotos: Phillip Pessar / Amaury Laporte / Lazy Llama / Carsten Tilbach / Sergio Santos
Pensando en el concepto art decó, seguramente te venga a la mente un batiburrillo de cosas tales como geometrías curvas, luces de neón, una canción de Lana del Rey, colores pastel, Leo DiCaprio enfundado en su smoking de Gran Gatsby guiñándote un ojo mientras empina una copa de Martini y por supuesto, Miami. Y no vas nada desencaminado/a, el art decó es exactamente eso: puro eclecticismo.
Esta corriente arquitectónica que bien podría ser una versión moderna del neoclasicismo, tuvo su mayor apogeo en los años 20 y 30, entre las dos guerras mundiales. Encuentra su máximo exponente en el Art Decó Historic District de Miami -que es además el primer barrio del S.XX en ingresar en el Registro Nacional de Lugares Históricos y protegido por la Miami Design Preservation League- compuesto por la friolera de 800 edificios y estructuras construidos entre 1923 y 1943.
La mayor concentración de edificios art decó del mundo se extiende por Ocean Drive y Washington Avenue hasta la calle Collins. Su magnetismo hecho de Tótems que anuncian nombres de hoteles evocadores (Marlin, Leslie, Colony, Raleigh…) con tipografías elegantes y minimalistas revestidas de neón y colores vibrantes, invita a imaginar noches de charlestón interminables y cigarrillos en boquillas Widmann, empuñados por mujeres con mucho estilo y una pipa escondida en la media por si aparece la versión americana de los Peaky Blinders.
Uno de los más emblemáticos es el Park Central Hotel (640 Ocean Drive) obra del arquitecto neoyorkino Henry Hohauser, quien también es el artífice de una larga lista en la llamada “Magic City”: Colony Hotel (736 Ocean Drive), The Cardozo (1300 Ocean Drive) o The Governor (21 street).
Pero el Art Decó no nació en South Beach (Sí, otra vez los americanos apropiándose de algo y haciéndolo suyo de manera magistral ante el mundo), se trata de una monumentalidad prestada del antiguo Egipto, las formas fraccionadas del cubismo, la geometrización de la Bauhaus, la iluminación eléctrica del futurismo, los colores del fauvismo -ese empleo provocativo del color que tiene como precursor a Henri Matisse- y Voilá! Misteriosamente todo ello convive sin resultar grotesco.
El art decó es hedonista, burgués, casi puramente decorativo. Una vía de escape ideal para fiestas con jazz y cocaína en plena posguerra. El contrapunto perfecto a la austeridad forzada tras la primera y la decadencia de la segunda. Es el resultado artístico de una época de grandes cambios tecnológicos, políticos y sociales, y es por eso que resulta una mezcla casi inabarcable de elementos que hacen de este estilo arquitectónico uno de los más reconocibles y atractivos que existen.
Esta amalgama de difícil definición unió todas las artes: decorativas, gráficas, arquitectura, joyería, escultura, diseño industrial, pintura, cine… en una vorágine de formas y colores que engloba desde gigantescos rascacielos hasta pequeños objetos, incluyendo algunos tan reconocibles como el Oscar de la Academia de Hollywood hasta el robot de la película Metrópolis (1927) de Fritz Lang. Dejó su sello en todo aquello susceptible de ser llamado estético, influyendo en la cultura de su tiempo y proponiendo nuevas y revolucionarias direcciones estilísticas.
En Concept nos gusta todo aquello que se salga de la norma y por eso es el referente que más ha inspirado nuestros hoteles: Los guiños MiMo (Miami Modern) de Tropicana, el color rosa pastel de Paradiso y sus formas geométricas, o la fachada colorista de Cubanito. Porque engloba arte y detalle como nadie, el Art Decó vuelve a ser el elegido en su versión más clásica y elegante para nuestro nuevo proyecto: Grand Paradiso, llamado a ser ese revolucionario soplo de aire fresco donde siempre es verano.