Freddie Mercury & Ibiza
Cuatro años antes de que un Rolls Royce transportara su cuerpo sin vida al cementerio de Harrow Road, Freddy Mercury interpretó en la discoteca KU una de las canciones que precisamente sonó en su funeral. Fue Barcelona, el fruto de la obsesión del cantante de Queen hacia la soprano Montserrat Caballé. Mercury amaba el canto lírico y entre todas las divas de la ópera estaba encandilado con la voz de la barcelonesa. El tema que sirvió como himno para los Juegos Olímpicos de 1992 fue la excusa para que comenzaran una breve pero intensa amistad.
Antes del morir el líder de Queen tuvo tiempo de promocionar un single que les uniría a Ibiza irremediablemente, una isla a la que el de Zanzíbar era asiduo gracias a su amistad con Tony Pikes.
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