El Chelsea:
Además de ser ricos, famosos y tener mejor pelazo que todos tus amigos modernos juntos ¿Qué otras dos cositas tienen en común Bob Marley, Patti Smith, Jimi Hendrix, Charles Bukowski, Uma Thurman, Dennis Hopper y Keith Richards? Pues la primera que les gusta (o gustaba) la mala vida más que a un tonto una gorra de Coca-Cola puesta de lado. La segunda que todos ellos vivieron laaaaargas temporadas de su ajetreada vida en el Hotel Chelsea de Nueva York.
Y es que desde su apertura en 1905, este carismático edificio situado entre las avenidas séptima y la octava, se convirtió en el centro cultural y artístico del mundo bohemio
28 neoyorquino. O dicho con otras palabras, un antro de lujuria y perdición por el que artistas
de todo pelaje se dejaban caer en busca de inspiración (y lo que no era inspiración).
Son muchas y muy locas las historias acontecidas tras la mítica fachada de ladrillos rojo del Chelsea, pero como seguro que tienes mejores cosas que hacer en Ibiza que estar leyendo una revista, te haré un brevísimo repaso por alguna de las más sonadas:
4 de noviembre de 1953, habitación 217: El poeta Dylan Thomas (el tipo del que Bob Dylan tomó su apellido) muere tras ingerir ingentes cantidades de alcohol aliñadas con cuarto y mitad de morfina. Vamos, que ríete tú de los machotes que toman vodka con Red-Bull.
12 de octubre de 1978, habitación 100: Sid Vicious, bajista de los siempre comedidos Sex Pistols, se pilló semejante pedo de VeteTúASaberQué mezclado con caballo que acabó apuñalando hasta la muerte a su novia Nancy Spungen.
Y estarás pensando: “Si es que las drogas son mú malas”. Pues que sepas que el pintor Alphaeus Cole, otro cierra bares que vivió en el Chelsea durante 35 años, murió tranquilamente en la cama de su habitación a los 112 años y 136 días de edad. Así que la mandanga será todo lo chunga que tú quieras, pero hay a quienes les sienta de puta madre.
Pero dejemos de lado las historias truculentas, porque por lo que realmente pasará a la historia el Chelsea es por haber sido un lugar tremendamente inspirador, uno de esos sitios mágicos y llenos de energía donde incluso alguien completamente ajeno al mundo de la música como Leticia Sabater hubiese sido capaz de componer un temazo. Muestra de ello son canciones como “Sad Eyed Lady of the Lowlands” de Bob Dylan, “Midnight in Chelsea” de Jon Bon Jovi, “We Will Fall” de The Stooges o “Hotel Chelsea Nights” de Ryan Adams.
En el edificio también se rodaron o escribieron un buen puñado de películas cojonudas como “Nueve semanas y media”, “Sid & Nancy”, “Léon: The Professional” o “2001 Odisea Espacial”. Y como no, entre las sábanas del hotel también se vivieron épicas historias de amor como la de Jim Morrison y Nico o la de Leonard Cohen y Janis Joplin, idilio que el propio Cohen inmortalizó en su canción “Chelsea Hotel #2”. Por su parte Madonna, que tras su divorcio con Sean Penn andaba más suelta que una bata de hospital, disparó buena parte de las fotos de su libro “Sex” en la habitación 822.
Tristemente, en 2011 el hotel cerró sus puertas tras ser adquirido por un simpático promotor inmobiliario. Así que si eres un escritor en busca de buenas historias, un músico a la caza de estribillos rompe pistas o un simple mortal con ganas de pegarse un homenaje sexual con ese/esa/eso que le pone tan palote, lo mejor que puedes hacer por ti y tu arte es alojarte una temporadita en el Paradiso Ibiza Art Hotel, el Chelsea del mediterráneo