Vicente Ganesha, el mercader de tesoros
Por Laura Martínez
Photos: María Andreu
Ibiza ha sido siempre lugar de acogida de espíritus libres y creativos que exploran el mundo y por alguna razón, acaba convirtiéndose en el hogar de muchos de ellos.
Eso es lo que le pasó a Vicente Ganesha, un auténtico ibicenco de corazón nacido en Alicante que llegó a la Isla a finales de los 70 después de trotar por Londres o París comprando y vendiendo todo aquello que llamaba su atención.
Hoy, más de 40 años después, sigue buscando tesoros y vendiéndolos en su ya mítica tienda de Ibiza centro. La reconocerás por la explosión de color de las telas exóticas de sus vestidos y la sonrisa de niño pícaro de su dueño, que suele estar sentado a la entrada. Allí te puedes encontrar comprando a it-girls como Gala González y supermodelos de la talla de Naomi Campbell. Vamos, que de criterio va sobrado el tío.
He leído que empezaste en esto de la compraventa con los muebles que quedaban después de desmantelarse las casas de los nobles en París…
Más bien aprovechaba todo lo que había en una especie de sótanos donde todo tipo de gente acumulaba muebles y cosas que ya no querían. Yo ayudaba a un amigo a vaciarlos y así empecé a vender cosas viejas en el mercado de las pulgas, no tenía ni idea pero fui aprendiendo. El truco es saber lo que tienes y a quién lo vendes. Vendas lo que vendas, hay que tener poder de convicción; hay que ser como San Francisco vendiendo un trocito de su hábito (risas).
¿Con qué recuerdas haber pensado “¿!Pero cómo tiras esto?!”
¡Uy! Con muchísimas cosas. A mí me interesa mucho la decoración, la estética setentera…pero no las reediciones. Una vez en el mercado, compré una mesa y dos sillas de jardín por 100 euros a unos alemanes. Resultó que eran de Mathieu Mathègot, un diseñador húngaro maravilloso. A mí me ha pasado muchas veces a lo largo de mi vida, la ignorancia es muy atrevida (risas).
De París te fuiste a Londres, tenías madera de cosmopolita acérrimo. ¿Qué te trajo a Ibiza?
Me fui a Londres a un concierto de los Rolling y en el camino me pararon porque se pensaban que tenía hierba. Estaba de moda el pachuli y yo olía que no veas (risas). Allí trabajé en un negocio de cinturones en Portobello y después de ver la película “Amour” en el 71 me vine a Ibiza un mes.
Después volví con un noviete americano que era escritor y estuve otros 6 meses. Pero cuando realmente quise venir a vivir fue en el 74. Iba a venir con un gran amigo que murió de un infarto poco antes. Fue el primer aprendizaje de mi vida. Después de eso me quedé un tiempo trabajando en una tienda de antigüedades en Barcelona. Tardé 3 años en venir a Ibiza después de lo de mi amigo. Y hasta hoy.
Tu tienda es un referente de prendas originales de rincones como La India o Argentina pero imagino que no fue llegar y besar el santo…
Qué va. Empecé asociándome con otra gente y montamos The End, una tienda multimarca que fue muy bien, trabajábamos como locos. Pero esa experiencia me enseñó que nunca más trabajaría asociado, prefiero vender cajas de cerillas en la calle (risas). Empecé con una tienda en la calle de la virgen y la llené de cosas que tenía en casa. Luego me comentaron que se traspasaba la que tengo ahora. Al poco tiempo vendía tanto que quise comprarla y aunque no me la vendieron, hice un buen cambio (risas). Con la ropa empecé en Argentina, estuve 12 años yendo cada año hasta que mataron al fiscal Nisman y ya no he vuelto.
He visto tu casa en AD y tienes un gustazo. Estoy por pedirte que decores la mía. ¿Qué piezas guardas con más cariño?
Tengo unas litografías muy buenas de Courtois. Le descubrí en un ciclo de cine poético cuando llegué a Francia y les tengo mucho apego sentimental. Artísticamente hablando lo más valioso que tengo quizá sea un Dégas.
Te sigo en Instagram y me encantan esos vídeos de los baños que te pegas al amanecer. ¿Es parte de un ritual o sólo un provocador sin remedio?
Me gusta provocar. He descubierto mi ego en esta red; a pesar de mi edad, me gusta enseñar el culo y que me digan lo bueno que estoy (risas). Creo que es la mejor herramienta de marketing que hay y además vendo mucho a través de ella, aunque últimamente enseño más el Vicente embajador de Ibiza que el nudista.
¿Si no fueras buscatesoros profesional, a qué crees que te habrías dedicado?
Quizá mi vida habría sido distinta si no fuese por mi condición sexual. Pero siendo como soy, no cambiaría nada, habría sido exactamente lo que soy.