Pedro Planells, el motero del cuero

Por Pablo Burgués

Érase una vez un muchachuelo ibicenco llamado Pedro, quien
en 1960 y pico cayó locamente enamorado de una muchachuela inglesa llamada Didi. Para conquistarla decidió regalarle un cinturón de cuero hecho con sus propias manos y mira si molaba que no solo se llevó a la moza al altar sino que además terminó trabajando para gente como Armani o Valentino. Un personaje así bien se merece una entrevista, así que vamos para allá.

¿Muy buenas Don Pedro, ¿qué tenía aquel cinturón que tuvo tanto éxito?
Pues la verdad que era horroroso. Lo hice con un trozo de cuero viejo que me encontré y como no tenía dinero para comprar un cierre le metí la bisagra de una puerta. Así que imagínate qué barbaridad.

Tan feo no sería cuando terminaste vendiéndolos en las mejores tiendas de Londres.
Bueno, tuve suerte. En el año 68 nos fuimos de vacaciones a Inglaterra y un día fuimos a cenar a casa de unos amigos de Didi. Ella llevaba puesto el cinturón que le había hecho y les encantó. Luego hablaron con no sé quién y no me digas cómo terminé vendiéndolos en la tienda del futbolista George Best. Después me llamaron de la boutique de Harrods y de un montón de sitios más.

¿Cuánto duró tu aventura londinense? 
Fui unas 40 veces y la vez que más estuve de seguido fue un año y medio. Nunca me gustó la vida de ciudad así que un día mandé todo al carajo y abrí una pequeña tienda en San Antonio.

¿Como te fue el business aquí en Ibiza?
Muy bien, llegué a tener 4 o 5 tiendas por toda la isla pero también me cansé de todo aquello. Yo lo que quería era trabajar cuando me diera la gana y vivir tranquilo, así que cerré todas y me quedé solo con la del centro de Ibiza.

La mítica tienda Pedro’s, por donde pasaba toda la Jet Set que llegaban a la isla. ¿Cómo conseguiste tanto éxito, regalabas droga o qué?
Bueno, todos salían de allí riendo y bailando así que no se podían quejar (risas). La verdad que la tienda era un espectáculo, con un escaparate muy barroco y decadente. Llamaba tanto la atención que todo el mundo, pobres y ricos, entraban a curiosear.

En esos años llegaste a trabajar para diseñadores como Valentino, Giorgio Armani o Jean Paul Gaultier… ¿Qué hiciste exactamente para ellos?
A Gaultier le hice todos los accesorios para uno de sus desfile de alta costura en Paris: bolsos, cinturones, etc… A Giorgio Armani le encantaban mis sandalias, le hice unas a medida. Luego salió en una revista con ellas puestas y se me llenó la tienda de italianos que querían las mismas.

¿Qué tiene el cuero para que le hayas dedicado 50 años de tu vida?
Que no se hacer otra cosa (risas). La verdad que el cuero me gustó mucho en el pasado, pero ahora con 75 años ya paso de trabajar y me dedico a mi moto: una Harley Softail de 1600 c.c.

Para terminar, ¿se puede trabajar el cuero y no ser hippie?

No. Los artesanos tenemos una vida muy poco convencional, un día tienes dinero y otro no, uno estás aquí y otro allá. A mí me fue muy bien pero no es lo normal. Para dedicarte a esto tienes que ser un espíritu libre y estar dispuesto a vivir siempre en la cuerda floja.

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